Una perlita: en julio de 2020, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, confirmó la medida que había dictado la Comisión. Y uno de los jueces de la Corte supranacional que firmó el fallo fue Eugenio Zaffaroni, un ferviente kirchnerista que el Gobierno argentino había catapultado para ese importante cargo.
El caso de Petro no es exactamente idéntico al de Cristina Kirchner, porque ella fue investigada por un delito de corrupción; fue investigada por un juez de instrucción; fue juzgada y condenada por un Tribunal Oral Federal y la condena fue confirmada por la Cámara de Casación y por la Corte Suprema. Es decir, su caso recorrió durante diecisiete años —no uno solo, como el de Petro— absolutamente todas las instancias judiciales y pudo ejercer, de manera completa, su derecho de defensa y presentar pruebas en su descargo.
Pero Cristina Kirchner no repara en esas minucias. Por el contrario, dice que la Corte la proscribió. Y, por otra parte, la Comisión Interamericana es la última carta que puede jugar. El tiempo se le agota, pero no se resigna y apuesta su última carta.